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Con mirada al futuro: Condorcocha transforma la crianza de ovinos con ciencia e innovación

A más de 3,900 m s. n. m., en las alturas de Condorcocha (La Unión Leticia, Tarma), una transformación sin precedentes está en marcha. Por generaciones, las familias de esta comunidad han criado ovejas de forma tradicional, enfrentando el clima extremo y limitaciones de mercado. Hoy, gracias a la ciencia, el conocimiento técnico y la voluntad colectiva, se abre un nuevo capítulo en su historia ganadera.

La Asociación UNACEM, con el apoyo de UNACEM, impulsa una iniciativa audaz: aplicar biotecnología reproductiva para mejorar genéticamente el ganado ovino. ¿El propósito? Desarrollar una línea de ovinos adaptada a los pastos y condiciones altoandinas de Condorcocha, que responda a las necesidades del criador y abra nuevas oportunidades económicas.

Todo empezó no en los corrales, sino en espacios de fortalecimiento de capacidades, donde surgió una idea: ¿y si en vez de comprar carneros cada año, se desarrollaba una línea genética propia? Así nació un proceso de sensibilización y capacitación con 18 familias, marcado por la curiosidad, el compromiso y el deseo de innovar.

La preparación fue rigurosa. Se mejoró la alimentación con pastos asociados, se dominaron técnicas de manejo del rebaño, se identificaron parásitos, se fortalecieron infraestructuras productivas con nuevos cobertizos, y luego, comenzó la fase técnica. En mayo se inició la sincronización del celo, inducción de ovulación, monitoreo y, finalmente, inseminación artificial con semen fresco.

Las razas Corriedale y Merino, por su resistencia y doble propósito (carne y lana), fueron elegidas para esta primera etapa. Pero el verdadero sueño va más allá: desarrollar una línea Condorcocha, adaptada y creada localmente.

En esta fase participaron 53 borregas. Las primeras crías nacerán en octubre y la expectativa es alta. “Antes teníamos que buscar carneros lejos. Ahora aprendemos a mejorar desde aquí mismo”, cuenta Edith Sancho, tesorera del grupo pecuario. Luisa Quispe, su presidenta, agrega: “Al inicio hubo dudas, pero ahora sabemos que esta es una oportunidad para crecer”.

Desde lo técnico, el proyecto ha sido integral. “Incluye estimulación del celo, recolección y aplicación de semen, gestación y seguimiento. Es un trabajo que une ciencia y participación comunitaria”, señala Winder Alcántara, responsable del proyecto en la Asociación UNACEM.

Julio Robles, especialista en gestión social de UNACEM, destaca el valor de esta alianza: “La empresa ha sido un socio clave. Hoy vemos entusiasmo y confianza en que esto marcará un antes y un después”.

En medio del frío, los pastizales y los cielos infinitos, Condorcocha avanza con paso firme. Esta es una revolución silenciosa, construida con ciencia, organización y esperanza. Una historia de desarrollo con rostro humano que vale la pena contar.