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Un ejemplo de superación y colaboración: El impacto transformador del Instituto San José del Sur en Lurín

Por sus aulas han pasado diversas generaciones de estudiantes que, gracias a pensiones módicas y acceso a una educación técnica de calidad, han logrado afrontar su futuro con mejores herramientas. El Instituto San José del Sur, perteneciente a la Diócesis de Lurín, se ha convertido en un verdadero referente en la lucha contra la desigualdad educativa en el distrito, ofreciendo oportunidades a quienes más lo necesitan.

Bajo la dirección de Antonio Angius, el instituto ha sido un pilar no solo en la formación académica, sino también en la cohesión social de su comunidad. No obstante, como muchas instituciones educativas sin fines de lucro, enfrentó grandes desafíos en la mejora de su infraestructura debido a limitaciones financieras. Esta historia es un claro ejemplo de cómo la colaboración entre el sector privado y las organizaciones educativas puede generar un impacto duradero y transformador.

“Si no hubiera sido por su apoyo, nunca habríamos podido hacer este proyecto”, recuerda Antonio Angius con gratitud, refiriéndose a la crucial donación de 1,040 bolsas de cemento que el Instituto recibió de parte de UNACEM, a través de la gestión de Asociación UNACEM. Este aporte fue esencial para transformar un edificio que antes contaba con techos de calamina y estructuras incompletas, en un espacio moderno y funcional que hoy acoge a sus estudiantes. “Esta obra es gracias a su apoyo, no tenemos palabras para agradecerlo”, añade Angius.

Gracias a la donación de cemento de la Asociación UNACEM y el aporte económico de la Diócesis de Lurín, el Instituto San José del Sur pudo llevar a cabo importantes obras, que incluyeron el techado del segundo y tercer piso, la construcción de un cuarto piso con un salón, servicios higiénicos y una oficina adicional. También se realizaron trabajos de tarrajeo y pintura, resultando en una infraestructura sólida y segura para todos.

 

El tiempo de espera valió la pena

Todo este esfuerzo se llevó a cabo con la mano de obra y los recursos propios del Instituto, reflejando el fuerte compromiso de la comunidad. “Demoramos en total ocho meses para completar todo, pero cada día de trabajo valió la pena”, explica Angius, destacando el arduo trabajo y la dedicación de todos los involucrados.

Este proyecto no solo mejoró las condiciones físicas del Instituto, sino que también reforzó el sentido de comunidad y la capacidad de lograr grandes cosas a través del esfuerzo compartido. Con recursos generados internamente y actividades de recaudación de fondos organizadas desde 2007, el Instituto pudo cubrir los costos de mano de obra y otros gastos adicionales, demostrando que la combinación de apoyo externo y compromiso interno puede superar cualquier obstáculo.

Antonio Angius expresa un profundo agradecimiento y también hace un llamado a la acción para otras empresas: “Ojalá más empresas peruanas y extranjeras tomen su ejemplo. Si todos aportan como ustedes, tendremos una Lima más organizada. Estamos muy agradecidos y sigan adelante, están apoyando mucho a instituciones como la nuestra, que no contamos con los recursos suficientes”.

La historia del Instituto San José del Sur es una prueba tangible de que, cuando se unen fuerzas con un propósito común, los sueños se hacen realidad y se construyen comunidades más fuertes y resilientes.